En la actualidad, el estrés laboral se ha convertido en una enfermedad contagiosa, la cual puede causar cansancio físico y mental. La convivencia con los compañeros de la oficina y clientes en el día a día puede incrementar el nivel de estrés de cada uno y dañar las relaciones laborales. Por ello, es importante buscar herramientas de inteligencia emocional para combatir todas las frustraciones que se puedan generar, aunque a veces puede volverse muy complicado saber por dónde empezar.

Para poder arrancar con el pie derecho, te dejo tres habilidades que mejoran las relaciones laborales:

Confianza

¿Por qué considero que esta habilidad debe ser la primera? La confianza es el fundamento de todas las relaciones humanas, sin ella es imposible avanzar y crecer. Frecuentemente, confundimos la confianza laboral con lo que esperamos de otras personas. Cuando un compañero deja de realizar alguna actividad o responsabilidad, decimos que ya no le tenemos confianza. Pero ¿realmente alguna vez se la dimos?

La confianza debe ser transparente. Existe un término con el que comúnmente la confundimos: el “control”. No podemos decir que tenemos confianza en otra persona si lo que esperamos de él o ella es que realice solamente lo que nosotros deseamos. Recuerda que la confianza no solo se gana, también se otorga. Esta siempre involucra a dos o más personas y se genera a partir del conocimiento; mientras más conozcas a una persona, más confianza le tendrás.

Comunicación

Al desarrollar la confianza, será fácil alcanzar una comunicación asertiva y persuasiva. Te permitirá conocer las habilidades, debilidades, fortalezas, compromisos y actitudes que tus compañeros y clientes poseen. Y ¿cómo podemos desarrollar una buena comunicación? Cuando éramos niños y no teníamos un lenguaje claro, empezamos con balbuceos y señas. Al crecer, desarrollamos un lenguaje escrito y fonético que nos ayudó a intercambiar información con una o más personas. Es justo aquí donde normalmente nos perdemos.

La comunicación comienza en uno mismo, es decir, de manera intrapersonal. Empieza cuando generamos conversaciones con nosotros mismos y después compartimos con el receptor; él, a su vez, generará su conversación intrapersonal para continuar el ciclo de comunicación.

La clave está en escuchar el mensaje y saber jugar como receptor y emisor. Normalmente, nos gusta enviar mensajes, pero pocas veces nos detenemos a escuchar lo que nos dicen. La comunicación efectiva y asertiva está en la información que aceptamos (y no solo la que escuchamos).

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Conexión

Creemos que para ser agradables a los demás, tenemos que ser chistosos y que se debe nacer con ello, pero no es así. Cuando hablamos de conexión, es importante mencionar dos puntos claves: empatía y presencia. La primera no significa ser chistoso o bonachón, tiene que ver más bien con la amabilidad, respeto y el valor que le damos a las personas.

La segunda clave es la presencia. El ser parte de algo implica involucrarse, hacerte presente con los demás; no podemos jugar un partido de fútbol si ambos equipos no están presentes en la cancha. En todas las organizaciones, nos vemos en la necesidad de relacionarnos con otras personas y equipos; es importante que conozcamos cuál es nuestro rol, qué responsabilidad tenemos en el juego y en qué parte de la cancha nos colocaremos. No podemos considerarnos parte del juego si solo estamos en la banca. Somos seres sociales, y como tales, necesitamos contacto para hacer conexión entre nosotros.

Es importante resaltar que el estrés laboral se genera por frustraciones, las cuales en su mayoría no sabemos de dónde vienen, pero se hacen presentes. Estos tips pueden hacer la diferencia. Recuerda que el secreto está en disfrutar lo que hacemos, todos somos parte del juego; si en algún momento sientes que no sabes cual es tu lugar en la cancha, tomate un momento revisa estos tres pasos. Seguramente te has perdido en alguno, pero puedes solucionarlo y regresar al juego.